lunes, 18 de mayo de 2009

Benedetti vive en la palabra


Falleció ayer, con más de 80 obras en sus 88 años de vida. Un tremendo poeta que no nos deja, porque ha llenado el espacio con palabras que han quedado pegadas en generaciones, que mantendrán vivo su sentimiento.


2 comentarios:

Magdalena Gacitúa dijo...

Dejaste este otoño con una tremenda esquina rota, tu muerta.
Sin embargo, esta ausencia tuya está tan llena de palabras que dejaste impresas con la tinta de tus vivencias y de tus imaginaciones. Dejaste bienvenidas para todas los amantes que nos esperan llegar, dejaste novelas que nos acompañas en el viaje del entendimiento de otros tiempos, nos dedicaste a todas las futuras generaciones de jóvenes un libro entero para empoderarnos de estos tiempos y cambiarlos.

Por eso siento una tregua con esta muerte tuya tan anunciada por los medios,
me queda el lado calido del corazón y no el oscuro, que solo contiene el sabor amargo a la despedida de tu paso por todas nuestras vidas en esta tierra.

Me queda tu compañía por las calles de este país que es tan distinto al tuyo, me queda tu voz que no se apaga porque hay más de cientos de páginas, canciones y películas que te citan y te traen a la vida.

Por eso hoy me duermo con la tranquilidad de saber que estás, que esta muerte tuya que anuncian en las radios, periódicos y noticieros burdos, es mentira porque no has muerto estás aquí en estas palabras y en todas las que dejaste...

Anónimo dijo...

Adiós Mario Orlando Hamlet Hardy Brenno Benedetti Farugia, epítome de los cinco nombres italianos, anciano de mostacho blanco y rostro triste, pero bondadoso y cercano. Ya estás junto a los grandes de nuestra lengua, tú lengua, tan cercana y moldeable, tan criolla y regionalista; junto a Cortázar, el europeizado-argentinizado; junto a Borges, el hombre de los mil mundos; junto a Quiroga, tu compatriota y perfecto cuentista; junto a los grandes poetas: Machado, Lorca, el romanticón de Becker, el americanista Neruda, la gran maestra Mistral, Rubén Darío, Octavio Paz y todo el panteón de nuestros vates hasta el Inca Garcilaso, articulador de versos europeos con realidad americana, espejo del Garcilaso español, sucesor de Manrique y antecesor de Cervantes, coterráneo de Quevedo y Góngora, los grandes poetas del siglo XVII. ¡Mira a dónde nos llevó tu recuerdo! Mario Orlando Hamlet, como el Hamlet de Shakespeare, ese personaje atribulado por la muerte de su padre, por la muerte en general, esa muerte democrática, que nos alcanza a todos y que te tomó a ti, tu cuerpo, tu carne y huesos, pero no la tinta desparramada en tus papeles, esbozada por tu pluma, tocada por los dioses. Dijiste: «Me gustaría mirar todo de lejos pero contigo». Así será: tus libros, tus creaciones, quedan. Estás con nosotros, no lejos. Y estás con ellos, tus hermanos de letras. Salúdalos de nuestra parte.